La artritis reumatoidea es una enfermedad inflamatoria sistémica y crónica de causa desconocida. Afecta principalmente al tejido sinovial de las articulaciones, que se inflama y prolifera invadiendo cartílago, ligamentos y huesos, a los que lesiona y deforma.
Si bien es más frecuente en mujeres, puede ocurrir en hombres, puede presentarse en cualquier momento de la vida, pero su prevalecía aumenta con la edad, siendo máxima entre los 35 y 50 años.
Los factores genéticos no sirven para dar una explicación completa de la patogenia de la enfermedad. Hay factores iniciadores o activadores que aún no son bien conocidos y actualmente están en investigación.
El comienzo es subagudo o insidioso con síntomas artríticos de dolor, hinchazón y rigidez que aumentan en el transcurso de semanas o meses. Las articulaciones que con mayor frecuencia sufren son las de las manos (dedos, nudillos, muñecas) y pies y luego las gran-des articulaciones como rodillas, hombros, tobillos, caderas y codos, pudiendo comprometerse también la columna cervical y la articulación temporomandibular (articulación que nos permite masticar). La enfermedad puede iniciarse en pocas articulaciones, pero progresa hasta abarcar varias, con distribución simétrica (ambos lados del cuerpo en forma similar).
El diagnóstico de artritis reumatoidea es principalmente clínico, pero la radiología es de suma importancia; en ella podemos observar edema de tejidos blandos, pérdida uniforme del espacio articular, osteoporosis periarticular, erosiones marginales y, en etapas més avanzadas, deformidades, subluxaciones o anquilosis ósea. El liquido sinovial es inflamatorio pero desafortunadamente es inespecífico.
En cuanto al laboratorio, la mayoría de los pacientes tienen anemia y recuento elevado de plaquetas, eritrosedimentacion acelerada y proteína C reactiva aumentada, lo que se correlaciona con la actividad de la enfermedad. Un alto porcentaje de pacientes tiene el factor reumatoideo positivo y su presencia se relaciona con mayor gravedad de la artritis y con manifestaciones extraarticulares.
La manifestación extraarticular més frecuente es el nódulo subcutáneo, que puede encontrarse próximo al codo sobre articulaciones, en puntos de presión o en órganos internos. Otras manifestaciones sistemáticas son: fiebre, pérdida de peso, fatiga, linfadenopatías, neuropatías, compromiso ocular, cardíaco o pulmonar y vasculitis.
Los objetivos del tratamiento son el alivio del dolor, la supresión o atenuación de la actividad inflamatoria e impedir la aparición de deformidades. En el paciente con enfermedad avanzada podrán ser necesarias medidas especiales de rehabilitación o incluso cirugías correctivas, a fin de restablecer la pérdida de la función. Se debe comprender que la artritis reumatoidea no es sinónimo de invalidez, siempre que se tomen las medidas adecuadas, y que el tratamiento es prolongado. Este incluye reposo relativo, terapia física, antiflamatorios no esteroides, corticoides y drogas que modifican los procesos patológicos básicos responsables de la inflamación crónica.
Si bien la artritis reumatoidea no es una enfermedad mortal, debe ser considerada una enfermedad de gravedad que compromete la calidad de vida del individuo y la vida misma; entonces, el enfoque terapéutico actual enfatiza el diagnóstico temprano, un tratamiento inicial intensivo para inducir la remisión y uno más agresivo para las formas resistentes.